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XXXIV Bandera Petronor - Getxoko Estropaden XXXIX

Un suspiro, nuestro aliento 

Partió hacia tierras vizcaínas la Santa Olalla de Lubre con el firme objetivo de no perder puntos con Astillero para evitar la última posición y, al mismo tiempo, seguir afinando su preparación para estar cada vez más cerca de sus directos rivales. A estas alturas de la liga, todas las tripulaciones destapan sus mejores esencias y cada largo se convierte en una lucha desatada; de proa a popa, de babor a estribor, los estrobos rugen enfurecidos e inundan los campos de regatas de un estruendo fascinante.

Los nuestros bogaron el sábado en Getxo con mucho aplomo y serenidad, manteniendo la proa cerca de Cabo de Cruz y virando con ellos en cada ciaboga, pero el último largo de los de Boiro fue brillante y abrieron una brecha insalvable. Nos faltan unos segundos para estar con ellos y con San Pedro. Por la popa quedaba nuevamente Astillero, nuestro rival para evitar el descenso directo; un punto más, objetivo cumplido.

El domingo, en el sesgado campo de regatas de Zierbena, se anunciaba un nuevo mano a mano entre Astillero y Ares. Los cántabros, tripulación avezada y con mucha fuerza a bordo, no dan por bueno el último puesto y pelearán con denuedo hasta el final. Nuestros remeros, más ligeros y con menos experiencia en la ACT, siguen afinando los violines buscando esa remada redonda, fina y delicada que hace vibrar a la Santa Olalla. Solo desde la belleza y la armonía de nuestra bogada alcanzaremos nuestra mejor versión; nuestro director de orquesta, Agustín, lo sabe mejor que nadie, nuestros remeros la buscan en cada palada.

Y los ecos de nuestra ansiada bogada aparecieron en el último largo del mano a mano con Astillero. ¡Qué hermoso duelo! Las dos tripulaciones se pegaron sin tregua, los cántabros pusieron los vatios a trabajar e hicieron una gran regata. Los nuestros fueron de menos a más, alargaron bien la boga, se metieron dentro del bote y la Santa Olalla navegó con brío el último largo, el más rápido de los cuatro. Pero nos faltó un suspiro, apenas media proa. La afición xabrenta vibró con sus remeros y nuestro aliento se congeló en línea de meta…un suspiro, faltó un suspiro.

Entonces los focos alumbraron a Sergio, el popel de estribor, vimos la rabia desatada, el coraje, el genio de los campeones, la ira de los inconformistas. Tembló la Santa Olalla con sus golpes, nos estremecimos todos con sus aspavientos y nos envió un mensaje a todos: morirán en cada palada.

¡AÚPA ARES! ¡ETERNOS!

JOSE MONTERO VILAR. 

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